Por la textura de la foto y mirando la forma de vestir de los protaginistas ya os daréis cuenta que tendremos que trasladarnos al siglo pasado, un poco antes de que cualquiera de nosotros hubiera nacido. Nos metemos en nuestra particular máquina del tiempo y nos vamos al verano de 1969. Apurando un poquito más, nos trasladamos al Salón Internacional del Automóvil de Berlín. Evidentemente lo que más nos impacta a primera vista es un vehículo. Protagonista de la Feria de ese año se trata de un coche especial, un coche con una historia y aquí es donde empieza.
Estamos a finales de los años 60, el boom económico y la bonanza que recorre Europa hace que la industria automovilística esté en pleno auge. Marcas europeas míticas se disponen a sacar sus modelos más importantes, Volkswagen, Citroen, Fiat, Renault y hasta nuestra Seat. Los expositores de entonces enseñan los que se convertirán en los modelos de la próxima década. Sólo unos pocos destacan entre el resto, el mítico Porsche 911, que hacía poquitos años se había comenzado a vender, el Ferreari 365 Competición, una joya en los circuitos y alguno que otro más.
Pero en eso aparece un hombre peculiar, un español montado en un coche sacado de una película de ciencia ficcion. Un precioso deportivo de calle blanco con lineas rojas, con un diseño, que aun hoy parece futurista, un motor con un sonido especial, sólo puertas delanteras de apertura hacia arriba. Y se atreve a hacer frente a la poderosa industria exhibiendo allí su modelo. Dio igual que fuera la sensación de la feria, que los visitantes recordasen aquel modelo como el más hermoso que nunca habían visto, dio igual que ese año ese coche fuera el más visitado y aclamado del Salón. Este hombre fue ninguneado por los poderosos, simplemente por haberse saltado el proceso lógico de producción que los grandes habían diseñado.
Su historia comienza unos cuantos antes, cuando en una pequeña localidad de Madrid, en una casa modesta y un taller casero, este hombre comenzó a diseñar los planos de un coche que pensaba sería revolucionario. Con un lápiz en la mano comenzó a trazar sobre el papel perfiles dándose cuenta que aquello no funcionaría. Dejó el lápiz y el papel y entonces en su mente diseñó la carrocería, el motor y, a continuacion, se metió en su garaje a comenzar a construir lo que en principio fue un sueño. Con piezas de desguace comenzó a hacer la carrocería, comprando piezas originales de otros fabricantes logró montar el motor. Con sudor, alguna que otra lágrima, mucha paciencia y un tremendo trabajo terminó su coche en los primeos meses de 1969. Había tardado más de 4 años desde que empezó aquella aventura.
Para demostrarse a si mismo su éxito, convenció a su mujer y juntos viajaron con el flamante coche hacia Alemania, al Salón Internacional del Automóvil para presentar en sociedad el modelo y, de paso, conseguir vender la patente a algún fabricante para ver hecho realidad su sueño, ver su modelo en las calles de España.
Cuando llegó a España sólo obtuvo negativas, fracasos, nadie quiso comprarle una patente, entre otras cosas porque en verdad, no existían planos del modelo, todo el diseño, la confección, la realización estaba en la cabeza de aquel hombre. No trazó una sóla linea en papel para construir aquel modelo, todo estaba en su cabeza. En la cabeza de un genio, de un adelantado, y por lo tanto de un loco y un incomprendido.
Mi tío Pablo, a sus más de 90 años, sobrevivió al siglo XXI, pero nos dejó hace unos años. Ese coche fue lo más bonito y lo más triste de su vida. Siempre recordaré como se le iluminaban los ojos cuando le hacíamos recordar esa historia. Hoy su mujer, mi tía, la protagista de la foto, sigue paseando por su finca de Navalcarnero. Y ese coche, ese impresionante coche, cuya envergadura es superior a cualquier deportivo que hoy en día podamos ver en la carretera, ese modelo que hoy valdría millones y sería la delicia de cualquiera que lo viera, se encuentra aparcado bajo una lona vieja de tela marchitándose como lo hacen sus dueños en un rincón de esa finca de Navalcarnero
Desde pequeño había escuchado esa historia, siempre había pensado que era una aventura, una historia familiar que nunca había sucedido, y sólo después de la muerte de mi tío pude tocar ese coche y verlo con mis propios ojos. Sentí la grandeza de ese coche y la pena de verlo así, abandonado, apartado. Esta en un estado lamentable por el paso del tiempo y la falta de cuidado, y a pesar de todo, el coche sigue siendo espectacular. Fue deseo de mi tio que ese coche se quedara ahí, muriendo poco a poco. Prohibió hacer nada con el y así seguirá hasta que la historia se pierda y su carrocería se pierda en algún desguace. Pero esa foto y estas palabras servirán para que su historia permaneza, para que la genialidad de un hombre peculiar no se olvide y para que todos disfrutemos de una locura maravillosa en forma de sueño, o quizás un sueño maravilloso que se convirtió en locura.