martes, 30 de octubre de 2007

Fuerza y Honor

Cuando me vino la idea de crear este blog fue para hacer algo divertido, algo que nos entretuviera, para contar nuestras reuniones y nuestras cosas. Pero nuestras cosas pueden ser muy variadas, muy distintas.
Me gustaría compartir con vosotros unas lineas en homenaje a alguien a quien no conocía, alguien que era especial.
Todo empieza con la radio, esa radio que alguno de nosostros tan bien conoce, y esa radio que muchos amamos. No hay nada más hermoso ni más mágico que la radio. Decía la canción que el video mató a la estrella de la radio, pero la verdad es que ni el video ni nada ha podido o podrá nunca con la radio.
La radio es magia porque las personas que están detrás son especiales, seguro que si pregunto todos podremos decir nombres de famosos locutores que de una manera u otra nos han hecho vivir momentos maravillosos. Yo tengo los míos, y son muchos, quizás porque llevo mucho tiempo haciendo que la radio sea mi compañera.
Pero hay uno en especial, al que quiero recordar. Seguro que no lo conociáis, seguro que no sabéis de quen hablo, pero seguro que más de uno si le hubieráis escuchado os habría maravillado. Su nombre era Juan Antonio Cebrián, cada fin de semana a eso de la 1 de la madrugada con el silencio y la complicidad de la noche se colaba en las casa de los muchos que sintonizábamos Onda Cero.
A eso de la 1 comenzaba a sonar la sintonía sacada de la canción Villagers begin building, y entonces todo se convertía en misterio, emoción, sensaciones... Empezaba la Rosa de los Vientos.
Hace unos días Juan Antonio Cebrián, la voz mágica de las noches de la radio se apagó para no volver jamás. Se fue a ese lugar remoto para algunos, cercano para otros, pero imposible de llegar si no es a través de la muerte. Se nos ha ido un amigo, por eso quiero recordarlo aquí, con vosotros para que através de esta página se quede en nuestra memoria y nunca lo olvidemos. Sólo muere una persona cuando cae en el olvido, Cebri no morirá nunca porque su recuerdo siempre estará entre los que le admirábamos.
Al término de la Rosa Juan Antonio siempre se despedía de la misma manera: "Fuerza y Honor". Era su filosofía de vida. Desde el día de su muerte esas palabras también serán la filosofía de vida de muchos de los que éramos sus oyentes.
Hasta siempre Juan Antonio, uno de los grandes, uno de buenos, uno de los nuestros.

Fuerza y Honor

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