miércoles, 10 de febrero de 2010

Un día en Llanes

26 de Diciembre de 20o9, un día después de Navidades, el último sábado del año. Quizás un día perfecto para descansar de las celebraciones, pero seguramente un día maravilloso para quedar con los amigos. Nuestro cicerone Pelli nos preparó un jornada llena de buen humor, Asturias puso sus paisajes y su gastronomía, y nosotros nuestra amistad. Una cocktelera, todo ello mezclado con alguna que otra sorpresa y un poco de sidra, algún que otro movimiento y a servir frío. El resultado sería digno de un barman de lujo...

Que pueden buscar unos españolitos nada más llegar a un pueblo, pongamos el tipìco pueblo costero de nuestra geografía, muchos dírían que entrar en un bar, y para no pecar de originales, eso fue lo que hicimos. Da igual donde dejes el coche, si cerca o si lejos. Nuestro guía llegó tarde, suele pasar, siempre ha sido norma en el colegio que el que más cerca viviera del mismo, era el que siempre llegaba tarde, en el fondo somos esos críos de colegio, el que más cerca vive llega tarde. Todo se perdona. Un caldito de pescado caliente a esas horas de la mañana tiene efectos instantaneos y hace perdonar cualquier cosa. Cuantos estudios se podrían hacer sobre el comportamiento humano en una bar, cuantas cosas se deciden en un bar, cuantas otras se improvisan. Por que los europeos se empeñan tanto en ir a andar, si los españoles queremos seguir en el bar. Que interés puede tener para un centroeuropeo el caminar y caminar, si lo que el español quiere es sentarse en un bar... Al final, y por suerte, siempre se llega a un acuerdo, primero andar y luego al bar. Es justo, estamos en España, bueno... estamos en Asturias. Y menos mal que anduvimos, que bien vino y que necesario fue. Recorrer el Llanes cinematográfico purifica el alma y desentumece las horas de coche. Y sobre todo, lo más importante, hace tener apetito.

Pelli nos guía, las callejuelas se abren paso en las tempranas horas del sábado. Calles angostas, iglesias y sidrerías se juntan como si la una dependiera de la otra, murallas y playa, caminos junto al mar que nos llevan al Paseo de San Pedro, precioso recorrido por los acantilados. El mar abajo del todo y al fondo, muy al fondo, donde ni siquiera la vista alcanza, allí están las tierras del norte, la costa irlandesa nos saludaría, pero no llegamos a verla, el mar cantábrico, nuestro mar, lo atrapa todo. Y así pasito a pasito vamos comentando, vamos hablando de nuestras cosas, nos ponemos al día. Decidimos quienes serán de nuevo los mejores y quienes volverán a perder. El paseo no es largo, al menos no lo parece, el paisaje ayuda, al norte el inmenso mar, al sur las imponentes montañas. De regreso el paisaje cambia, a la derecha las inmensas montañas, y la izquierda el imponente mar. Es lo que tiene Asturias, de una hora a otra el paisaje puede cambiar. El sol luce radiante, nada dice que vaya a cambiar.

Volvemos a la villa marinera y allí nos unimos a Carlos, o Carlos se nos une a nosotros, esa es una de las agradables sorpresas del día. Dicen las habladurías que vive en un inhóspito y lejano pueblecito de las montañas, dicen que vive como un ermitaño, que son contadas las veces que se le puede ver por las tierras civilizadas. Dicen que no para de andar por los tremendos peñascos de los picos de Europa. Pero todo eso deben ser leyendas, Carlos llegó en el justo momento en el que decidíamos a que sidrería ir. No llegó cuando estábamos andando, llegó justo para tomar ese culín de sidra...
Volvemos callejeando hasta encontrar esa sidrería, y acabamos encontrándola, en Llanes es imposible no hacerlo. Primero una, después otra. Un poco de sidra, un poco de buen queso, un culín, otro poco de queso. Y acabamos pasado el puente, en aquel mítico lugar. Dicen las crónicas que en ese lugar comenzó todo, y nosotros no podíamos dejar de ir allí, había que revivirlo con otro culín de sidra. Cuando pasen los años y alguien escriba sobre nuestras andanzas dejará escrito que allí donde todo empezó es donde Pelli cerró el círculo, lo que empezó con una espicha, acabó en boda. Allí nos enteramos de la gran noticia. Quizás mis compadres piensen en el momento en concreto y me digan que me equivoco, que no fue así. Es verdad, quizás no sucedió así, pero a quien le importa como sucedió realmente...

Otro paseo al coche y dirección a Posada, no me quedó claro si el pueblo es Posada o Ardisana. Es igual, en nuestro libro de gastronomía popular escribiremos una reseña de un bar, o mesón, que se llama "Contamos contigo". En principio puede sonar a broma, pero se acaba en el justo momento que ves la carta. Los ojos se te abren, el estómago comienza a colocarse para hacer hueco. El plato estrella... fabes con venado. Y sobran las palabras, da igual lo que hubiera para beber, es lo mismo lo que nos ofrecieran de postre. Impresionante, sin más palabras y no hace falta decir más. Posiblemente Alvaro tomara alguna foto de esos platos, pero no es para verlo, es para comerlo. Y brindamos, lo hicimos por los que no estaban, Jose, Nacho, Javi. Hacía tiempo que no estábamos tantos en una reunión.


De vuelta a Llanes decidimos tomar una copita, nada mejor para bajar la comida. Un lugar tranquilo, buen ambiente, y tiempo para charlar en torno a una copa. Tranquilos, sin prisas, sólo Carlos nos dejó, y por primera vez desde hace tiempo no se oyó esa mítica frase "Tumaas se vaaa...". Tomás se quedó, alguien tenía que ser fiel contador de esta historia.

En todas las jornadas como estas siempre surge un minuto de duda, el que hacer, el no saber si seguir o abandonar. Sólo fue un minuto, seguramente menos. Había que seguir, estaba escrito y Pelli volvía a saber donde continuar. La noche lo envolvía todo y nuestros pasos nos encaminaron a una sidrería con ese toque tradicional que da la buena comida en mesas de mantel de papel. Papas a lo pobre o algo así, quien se acuerda de los detalles... Y no sólo eso, había más cosas, tan extrañas como deliciosas. Pero esta vez el ojo nos engañó, nos ganó la comida y nos quedamos con una cuenta pendiente, que en un futuro no muy lejano saldaremos.

Y aquí queda esta crónica, los asistentes Luis, Alberto, Alfonso, Alvaro, Carlos, Pelli y un servidor se despiden hasta la próxima...

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